sábado, 31 de mayo de 2014

Los monstruos existen.

Era más fácil romperla que quererla, pues el querer requería humanidad. Confundió su monstruosa realidad con su apariencia humana. Bonita falsedad la que vivía. Fea verdad la que acabó viviendo. No... él no podía ser así... pero lo era. Podría explicar tantas cosas si realmente la bondad no recorría por sus venas. Las personas no pueden romper a nadie; no pueden matar el alma. Pero él si pudo. Cada una de las veces que ella pedía clemencia fueron en vano, él no quiso salvarla. La mató de todas las formas posibles en las que se puede matar una persona hasta dejarla inválida para afrontarse a la vida. Si fuera humano la hubiese querido; no la habría dejado de la forma en que él hizo; no la habría roto. ¿Quién la va a levantar ahora? Está prácticamente destrozada. Donde ella tenía el anhelo por vivir, ahora tiene el deseo de acabar. No recuerda lo que era la bondad; tambalea al caminar con la mirada perdida sin esencia; respira por necesidad y no por gusto. Está tan sumamente vacía que no busca ni lo que perdió. Nadie puede amar las ruinas que un monstruo creó. Está condenada a desear su inexistencia. Nunca nadie pensó en que la destruía. Quizá ella también iba a acabar siendo lo que un día la deshumanizó. Él huyó una vez más, acabando con la humanidad poco a poco pues nos transformamos en todo lo que odiamos y ella no iba a ser una bonita excepción. La bondad se extingue y poco a poco, todos seremos lo que tememos. Viviremos vacíos, moriremos repletos con voluntades rotas y robadas. El fin se acerca y nadie puede salvarse. Nadie puede salvarnos.

- b.m.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Falsa realidad.

No logro recordar en que momento de estos últimos meses me hiciste creer que me querías. No puedo encontrar la razón por la que me dañaste. No quiero continuar. Hiciste que durante centenares de noches mis párpados no encontraran el descanso, parpadeando en busca de una razón por la que no cerrarse por última vez.

Nunca he experimentado una sensación de vacío tan abismal. No solo te perdí; me perdí. Dime en qué momento me arrebataste el derecho de caminar cogida de tu mano y la razón. ¿No la cogí con suficiente fuerza? Si es así, te juro que... la sujetaba con la mayor intensidad que podía brindar mi cuerpo para que te dieses cuenta de que te necesitaba. De que te necesitaba y te necesito.

Te concedí mil y una oportunidades como si mi deseo albergara en cada una de ellas. ¿No fui lo suficiente? Si es así... ¿por qué me escogiste? Nunca antes vi una mirada con tan poco sentimiento y aún así la excusaba con tontas razones para lograr disculparte. Aún hoy no sé si la culpa fue mía o tuya, pero sigo pasándote por alto, por encima de mí. ¿Para qué continuo perdonándote si no buscas mi perdón? Si solo soy la tonta a quien es fácil joderle.

Releyendo miles de mensajes buscando esa pequeña chispa que encendió tu desinterés. O quizá fue siempre así. ¿Si nunca estuve en tu mente, por qué hacerme creer tal cosa? Viviendo ciegamente en la fe de tu querer...

Debería felicitar tu gran actuación, pues me hiciste pensar que la oscuridad había sido finalmente iluminada. ¿Besarme fue un suplicio? ¿Abrazarme fue un castigo? ¿Todas esas palabras que recuerdo fueron ensayadas? Y es que echo de menos hasta las cosquillas que tanto odiaba.

Y ahora no sé vivir sin ti. No recuerdo como logré hacerlo una vez. No veo la razón para reír, o para escribir, o para respirar. Estoy desconectada del mundo, estoy fuera de él y no sé donde me encuentro, aunque se parece bastante al lugar donde decías que habitaban las ganas de dejarme atrás de nuevo. Es oscuro, frío, desalentador. Y ahora no vivo, sobrevivo pero no por mucho más.

Mentiría si no dijera que fui feliz aunque las sonrisas fueran débiles mientras los gritos, los llantos y los desalientos eran los monarcas del momento. Simplemente me aferraba a ello. ¿Cómo pude pensar que eso era todo lo que merecía? Te daba tanto que ahora no puedo sacar ni una simple emoción o una pequeña sonrisa sin pensar que antes tú eras el dueño.

Te quiero pero no me necesitaste en ningún momento de tu vida. Quizá confundí el papel de bufón con el de enamorada. ¿Fue fácil echarme, verdad? Claro que lo fue, no necesito que los labios que tanto ansío repitan esas mismas palabras con todavía más desprecio.

Me quedé sin fuerza, sin voz, sin persona, sin deseos, sin aspiraciones y aún sigo creyendo que lo peor fue quedarme sin ti. Y antes de buscarme, seguiré buscándote a ti, como si pudiera transformar el pasado en realidad.

- b.m.

martes, 27 de mayo de 2014

Odiando(me).

Me dolía tanto odiar que
odiaba el dolor.

Ese nudo en la garganta que
me impedía articular cada una
de las palabras que ansiaba gritarte
me quitaba la vida.
Mis pocas fuerzas de enfrentarme al mundo
si no era entre mis sábanas,
acabaron por conquistarme.
Cada uno de los cortes
pide ser reabierto con el mismo desespero
de la primera vez,
como si amara el sabor del metal.
Las lágrimas establecen su hogar
en cada una de las mangas,
anhelando volver a cada minuto.
Las ausencias conviven conmigo
como si su existencia dependiera de mí,
y es que su vacío mata
cada centímetro de mi existencia.

Y me dolía tanto odiar que
acabé por odiarme.

- b.m.

domingo, 25 de mayo de 2014

Querido tú.

Querido tú,

Han pasado semanas sin oírte reír a mi lado, sin haber sentido unos silencios tan dulces que tu boca me brindaba. Desde el sonido hasta su ausencia, me colmaste con el mejor de los regalos; tú. Han pasado semanas sin estar rodeada entre tus brazos en un banco solitario durante una tarde de domingo. La fuerza con la que me presionabas contra tu cintura... como si quisieras que nuestras pieles se fusionaran en una. Han pasado semanas sin leer un mensaje de buenas noches, fuera simple o con dedicación. Amaba cada una de las letras, cada una de las pausas, cada una de las pequeñas faltas de ortografía de cada frase que enviabas.

¿Tú también has contado los días? Me duele pensar que cada hora que para mí era un castigo era para ti una liberación. Recuerdo ese día a la perfección como si cada escena hubiera sido marcada en mi oscura pupila; no logré que me mirases de la misma forma que ansié durante meses, ni que me sujetaras la mano como si tu vida dependiera de ella, ni que pronunciaras mi nombre con un tono de voz que no fuera tan miserable. Se acabó, ¿así, sin más? No pudiste ni siquiera disimular por un día la libertad que eso te supuso. 

Noches más tarde bebí por tu persona, queriendo ahogar en alcohol cada recuerdo. No recuerdo con claridad cada palabra pronunciada o cada paso caminado pero lloraba. Me encontraba sentada en el suelo arenoso, susurrando tu nombre entre sollozos. Preguntaba a gritos por qué no logré que te quedaras; por qué todo lo que amaba desaparecía. Gritaba sin consciencia como echaba de menos los mensajes que recibía cada tarde al llegar a casa, con tus "hola bonita"... que tonto te ponías al llamarme así. Esa noche sé que estuviste ahí, oíste cada palabra, viste cada movimiento y creías que el alcohol solo jugó en mi contra pero... los borrachos y los enamorados siempre dicen la verdad.

Han pasado semanas desde que me quieres menos y me echas de más. Han pasado semanas desde que te quiero de más y te echo de menos.

Atentamente,

Tu antes querida yo.

- b.m.

Dolía y duele.

Dolía.
Dolía verte lejos de mí,
lejos de lo que un día amaste.

Dolía pensar que mis rizos
ya no volverían ser bienvenidos entre tus dedos.
Dolía recordar que tu sonrisa imperfecta
ya no era causada por mí.
Dolía pronunciar tu nombre
sabiendo que tú no estarías tras él
o que no te reirías
por mi torpeza al pronunciarlo.
Dolía la canción que te recordaba a mí
porque invocaba tu persona.
Dolía leer que tu último mensaje
fue enviado días atrás,
con furia, con odio,
con decepción en tus palabras.

Pero más duele conjugar mal el verbo,
pues sigue siendo un presente.

- b.m.