como un sucio cigarrillo o
quizá, como lo que somos,
nombres prescindibles.
Hemos roto todo aquello
que emerge en nosotros y
casi sin darnos cuenta,
nos corta y lo permitimos.
Podríamos ser felices
más allá de lo establecido,
pero nos cohibimos a todo
ya que es más fácil.
Somos cobardes cubiertos
bajo una gran nube de
conformismo, de abnegación,
pese a todo ese gran dolor.
Podríamos ser grandes
más allá de intentar encajar
o contentar sin ser feliz,
siendo revolucionarios.
Vamos a acabar siendo
rostros olvidados en el polvo,
sin nombre ni historia,
como estamos destinados.
Y sí, yo, la que alienta,
tengo miedo de ni siquiera
poder ser lo que me marcaron,
ser una triste y baja decepción.
No sabría luchar sola ni ser
la chispa de una revolución,
sin tener tras de mí, aunque sea,
una mente como la mía.
- b.m.