Puedes continuar creyendo que
tú misma provocas el dolor;
cómo si pusieras las palabras,
dolientes, en sus labios.
Puedes continuar pensando que
mereces ese sentimiento,
de decepción, de poca valía,
a cada instante de cada hora.
Puedes continuar profesando que
sobrevives en el lugar correcto
con el alma equivocada
por no poder encajar y sentir.
Puedes continuar sintiendo que
eres el error humanizado,
sin derecho a la felicidad pero
sí a la tormentosa desdicha.
Pero no puedes ver que
continuar perdonándolos
cuando no puedes perdonarte
no salvará tu mundo, solo el suyo.
- b.m.