viernes, 15 de agosto de 2014

Inútil.

Tengo la sensación de que el mundo me va a comer. Y de que no voy a poder evitarlo. 

Soy otro nombre más; soy otro número más en la humanidad; soy otra persona más que nació en mayo; y posiblemente soy otra personalidad más. Nada excepcional en un mundo que reclama lo mejor y rechaza lo mediocre. 

Y no vivo con nada más que con la presión de alcanzar algo que a mis ojos es imposible. No puedo ser la mejor hija de todas; no puedo ser la mejor estudiante de toda una promoción; no puedo ser la mejor persona para quien quiero serlo; no puedo ser nada más de lo que soy. Y nunca será suficiente. Estoy destinada al desastre por no poder ser todo lo que nadie es. Ni siquiera sé si puedo continuar. 

Siento que todo lo que toco, todo lo que respiro, todo lo que hago es un desperdicio; que yo lo soy. Y no puedo hacer que esta impotencia deje de vivir en mi pecho. Hay mil cosas que me piden y que no sé hacer. No sé memorizar fórmulas matemáticas; no sé tocar un acorde sin que suene de forma celestial; no sé permanecer callada; no sé ser sumisa; no sé como sacarme adelante. Simplemente siento que no tengo un hogar, que no hay un lugar seguro para poder sobrevivir porque viene a por mí.

Nada de lo que puedo hacer es útil para poder ser vista con buenos ojos o para poder sacarme adelante. No es útil saber escribirte un poema; no es útil saber hacer sonreír a un niño; no es útil dibujarte mil paisajes; nada de lo que soy es útil. No estoy hecha para poder salvarme aquí.

No quiero ser otra pieza más. No quiero ser otro rostro olvidado. No quiero que mi último día me alegre de que todo acabe.  No quiero que el mundo me coma y no voy a poder evitarlo.

- b.m.